viernes, 27 de julio de 2007

Alguien te mira, Viera Gallo y los femicidios (?)


COMPROBADO: FEMICIDA VEÍA ALGUIEN TE MIRA...

Y VIERA GALLO TAMBIÉN



Un viejo debate se cierne nuevamente sobre nuestra querida televisión abierta. En su calidad o no de Ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo señaló que le parecía por lo menos cuestionable emitir en un horario tan masivo una serie como Alguien te mira (TVN) con altos contenidos de violencia y crueldad.

Y todo esto, porque Cristián Tiznado, asesino de Evelyn Sandoval, quiso dedicarse al humor por un instante al ser interrogado por la fiscalía y señalar que su inquisidor hace “el mismo trabajo de Eva Zanetti”… Eso es Musha tele.

Ahora, nada de esto estaría ocurriendo sin el telón de fondo de la urgente preocupación por la muerte de mujeres en nuestro país. Durante este año ya van 36 femicidios, vale decir, crímenes de mujeres perpetrados por hombres con quienes las víctimas mantenían lazos de intimidad o confianza.

Aunque la preocupación es evidente, no puede endosarse o ponerse en tela de juicio tan fácilmente que una teleserie genere aumento de niveles de algún tipo de violencia. No puede suponerse que los televidentes recepcionan la información de los medios sin filtros personales que generen reapropiaciones de sentido y, luego, su integración a su sedimento cultural.

Por eso, preguntarse si los contenidos de los medios de comunicación –específicamente los televisivos- escriben historias en nuestras mentes como si se tratase de tablas rasas en las que se deposita el conocimiento, sea tan improductivo para el debate. Aunque la discusión se haya circunscrito en esos términos, resulta un tanto dinosauria.

Ante cualquier duda, hay que aclarar una cosa, casi como convicción, principio y, si alguien quiere leerlo así, como un axioma: Es indiscutible que los medios de comunicación ocupan un lugar importante en la existencia de las personas y que, por lo mismo, repercuten en distintas formas y medidas en sus modos de vida.

En el entendido que la no comunicación es tan imposible como el azúcar salada, vale decir, que pretender que cualquier acción humana –qué decir de las mediática- no sea susceptible de observación y/o interpretación por parte de otros es una empresa absurda o, llanamente, inútil. Pero más allá de estas disquisiciones está el hilado algo más fino sobre cómo se construyen los productos mediáticos.

Es cierto que Viera Gallo salpimentó en exceso sus opiniones, pero hay que reconocer que de algo sirvió, pues aunque sus dichos sean un poco exagerados y fuera de contexto, aportan en el intento de poner en el juicio público el quehacer de los medios de comunicación que consumimos cotidianamente.

Lo primero es lo primero. No es posible desconocer que si por algún extraño motivo alguien puede llegar a pensar que existe una relación entre el número de femicidios y la serie Alguien te mira, sería porque nuestros medios de comunicación no entregan una parrilla tan integral y edificante como para que el público receptor comprenda que los medios entregan visiones de realidad y no la realidad misma.

Si alguien pudiera asustarse porque en nuestro país existe la tendencia a idolatrar productos mediáticos y convertirlos en ídolos amados y admirados más allá de lo racional (tal como acabo de ver en 24 Horas Central a una señorita que quiere parecerse al modelo nada replicable de Britney Spears), es porque nos han enseñado a consumir medios de una manera equivocada.

“Es verdad que el 99,9 por ciento de las personas que lo ven son normales”, agrega el personero de Gobierno aduciendo al porcentaje de criminales que puedan exaltar su conducta al exponerse a los contenidos de la serie. En tanto, Paola Volpato, la propia Comisario Zanetti, replica que “la pregunta es qué está haciendo la justicia que personas como esa (Tiznado) ande libre por la calle”.

Sin embargo, el cuestionamiento bien podría ser ¿Por qué diablos a alguien se le cruzaría por la cabeza matar mujeres, sacarles el corazón y mandárselo de regalo a un tercero? En otras palabras ¿Por qué necesariamente los contenidos mediáticos tendrían que convertirse en modelos de vida o de acción para las personas?

La respuesta es menos compleja de lo que pensamos: Nos venden los medios como si nos vendieran verdades fundadas y lo peor es que los compramos como tales. Abrimos la boca y el dedo nos rasca las amígdalas.

viernes, 20 de julio de 2007

Chilenos fotologueros totales


LA URGENCIA POR APROPIARSE DE LA RED



(Foto: fotomedia.blogspot.com)




Los chilenos resultaron ser los mayores usuarios del sistema Fotolog en el mundo. Un resultado que –en lo personal- sorprende bastante al revelar que, tal como lo demuestra el estudio "Fenómeno fotolog en Chile", de la Universidad Central en conjunto con la consultora Divergente, nuestros jóvenes connacionales encabezan la apropiación de un fenómeno tecnológico que logra trascender la pantalla.

Fotolog es un sistema que, propiamente tal, es mucho más simple de los resultados que alcanzan sus usos posibles. Se trata de páginas de publicación de fotografías digitales en forma de bitácora o diario de vida on line, donde también es posible escribir y –lo más importante- recibir comentarios de otros navegantes de la red, sean o no usuarios del sistema.

¿Qué podría importar el que los usuarios chilenos sean quienes aprovechan en mayor medida esta nueva forma de expresión? Por lo menos, para el diario La Tercera y las informaciones de la propia universidad coautora del informe, lo que sobresale es que se evidencian tendencias erotizantes bastante precoces, pues son los jóvenes quienes más acceden a Fotolog.

¿Nos habremos perdido de algo? Todo parece indicar que sí. La discusión en torno a la importancia de la masificación de la tecnología y las apropiaciones de sentido que hacen los usuarios respecto de la misma resulta ser el corazón de la sandía. Sin embargo, ni quienes dan a conocer estas informaciones, ni quienes realizan el estudio reparan en este pequeño, gran y jugoso detalle.

La posibilidad de publicar imágenes y textos sin un filtro previo y, más aún, la formación de verdaderas comunidades virtuales son el centro semidulce de la comunicación a través de la red al abrir una instancia que permite el flujo de informaciones de manera casi-casi libre. Un torrente en el que podrían incluso ser cuestionadas las bases que sustentas el sistema actual, el mismo cuyo corazón es la propia red Internet.

Lo preocupante es que, tal como acierta este estudio, los análisis arrojan una realidad no tan liberadora: La mayoría de los espacios muestra que el uso que hacen los jóvenes corresponde a expresiones replicadoras más que innovadoras. Vale decir, abundan Flogs de fanáticos de artistas, chicos pertenecientes a las llamadas tribus urbanas y otros especímenes de la fauna juvenil.

Si bien, como muchos autores señalan, en términos sociales el uso de las tecnologías no es bueno ni malo de manera intrínseca, el desafío es encontrar en estas prácticas comunicacionales nuevas formas de lectura y producción de imágenes de realidad para jóvenes que, pese a tener información a raudales, siguen conformándose con una pequeña, poco creativa pero rimbombante parte del mosaico mediático.

Queda mucho por decir. Si hay cosas en las que estudios de este tipo se quedan cortas es en hablar de lo que no es evidente y de lo que verdaderamente significa el potencial de lo que se analiza. Ya se dice por ahí que la información no está en lo que se dice, sino en lo que no se dice. Sólo hay que bucear.

lunes, 9 de julio de 2007

Canal 13: Televisión de arqueología



INTERCAMBIO DE ESPOSAS Y LA HUELLA DEL DINOSAURIO


("Las señotitas de Avignon", Pablo Picasso)


Aunque resulte un tantito a destiempo, no fue posible dejar pasar el sentimiento de tragedia y comedia que se produce con ciertas apuestas televisivas. A las cabezas pensantes podría habérseles ocurrido cualquier cosa, pero decidieron hacer un enroque de esposas y/o madres que en realidad dejó gusto a un cambalache de nanas.

Intercambio de esposas, programa de Bicentenario en Canal 13 y conducido por Cecilia Bolocco, fue un intento muy poco feliz por mostrar los cambios que se generan al interior de una familia nuclear cuando la madre se ausenta o, más bien, cuando ella es sustituida por una homóloga perteneciente a otro clan.

Una asesora del hogar contratada para desempeñar las labores domésticas es algo bien distinto a una esposa. La primera es quien vende su fuerza de trabajo, es decir, recibe remuneración por su labor; la segunda es la mujer que ha decidido formar una familia o sólo una pareja con un hombre, lo cual no la obliga a desempeñarse como su ama de llaves a tiempo completo (a no ser que ella así lo prefiera).

Aún no llego a mi conflicto interno. Aún parecen pataleos de una periodista con rasgos de feminismo no asumidos. Todavía no se logra desentrañar la raíz del reclamo, aunque sea evidente.

Lo que remueve la cazuela de antes de ayer en mi estómago es el concepto de esposa que se transmite con dicha producción que, paradojalmente, es conducida por una dama que nadie sabe si alguna vez a lavado un plato e ido a dejar a su pequeño Máximo Menem al colegio. Son las ironías de la vida que se permiten al interior de la estación católica.

Daría lo mismo si se televisara un canje entre la Cori y la Sule -grandiosas mujeres que trabajan en casa de dos de mis hermanas- pues lo que se muestra en pantalla corresponde a una visión de esposa que la relega a las paredes del hogar en tanto les concede un papel preponderante en el plano afectivo, sobre todo de los hijos.

¿Alguien se ha puesto a pensar en el derecho a la ternura que les ha sido arrebatado a los hombres? ¿Quién decreta que las féminas deban inmolarse por la esfera privada del hogar, en tanto que los hombres lo hacen por la pública? El tiempo en que el macho era sólo proveedor material y la hembra únicamente sostenedora afectiva quedó bajo los zapatos de las mujeres que revolvieron el gallinero social chileno a inicios del siglo XX, en lo que suele llamarse “Emancipación femenina”.

En la actualidad, lo deshumanizado del sistema social obliga a ambos sexos y géneros a someterse a extenuantes jornadas de trabajo que no suelen ser remuneradas con justeza. De allí que sea peligroso y poco consistente intentar reflejar a las chilenas en estereotipos que el tiempo se ha encargado de derribar.

Ella no es sólo ama de casa ni él es sólo soporte económico. No sólo ha cambiado el agua, sino también el vaso que la contiene. Intercambio de esposas sirvió para mirar cómo, aunque el apremio del día a día nos exija igualdad para sobrevivir y convivir en calma y democracia, hay muchos que siguen imitando una imagen museológica de familia que en la actualidad es casi imposible ser. Lo que no es posible soportar y callar es que haya quienes promuevan este frío y desgastado retrato cuando nos acercamos a los dos siglos de fundación nacional de un país cuyos habitantes deben resolver por la vía de los hechos aquello que los poderes mayores no son capaces de comprender.